
El espectáculo de la naturaleza se aprecia en la belleza de las montañas, ríos, etc. Y el espectáculo de Dios se aprecia en la belleza de la mujer. Es que en el día a día, Dios nos dá sus cielos para evidenciar la genialidad del Credor. Pero, en el Edén, nos dió a la mujer, para darnos compañía, y llenarnos de felicidad.
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